Cap. 12.1

CAPÍTULO XII
El ejército de los Andes
Año 1816-1817



          La organización del ejército de los Andes es uno de los hechos más extraordinarios de la historia militar. Fue una verdadera creación, surgida puede decirse de la nada; un organismo articulado a que presidió la concepción de una idea sistemática a la manera del hombre-estatua de Condillac, cuyos sentidos fueron despertándose gradualmente hasta adquirir la plenitud de su doble vida. Máquina de guerra armada pieza por pieza, todas sus partes componentes respondían a un fin, y su conjunto a un resultado eficientemente de antemano calculado. Escuela nueva de táctica, de disciplina y de hostilidades ofensivas en vasta escala, el método le da sus reglas y la impulsión heroica su aplicación activa. Armas de combate forjada pacientemente, recibió el temple de la victoria, que se gasta por el uso diario o se dobla elásticamente, pero no se quiebran jamás. Agrupación de hombres, animada por el soplo poderoso de la revolución argentina, es una colectividad animada de una pasión, una idea un propósito americano que le da la cohesión necesaria para cumplir la tarea a que estaba destinada. Dotado de órganos complementarios creados simultánea o sucesivamente a medida que las necesidades se hacían sentir, fue un mecanismo perfecto y completo en que todos sus resortes obedecían a la mano del ordenador que lo manejaba. Jamás se combinó más armónicamente el automatismo militar con la espontaneidad humana para producir el máximum de esfuerzos de la masa, combinando proporcionalmente la fuerza moral y material a fin de que respondiese siempre a sus objetos políticos y militares y a la misión redentora que le estaba asignada.
          Hasta entonces las Provincias Unidas del Río de la Plata sólo habían tenido un ejército nacional, creado según un plan y animado de un espíritu propio con un objetivo determinado-. fue este el ejército auxiliar del Perú, reorganizado por Belgrano que ha legado una historia, llena de grandes victorias y contrastes, pero que estableció la disciplina como regla y la abnegación como moral, inutilizándose al fin como arma de combate. El ejército de los Andes, a la par que una nueva fuerza aplicada a la guerra ofensiva que inició por la primera vez en Sud-América, fue una expansión dada a la revolución argentina americanizada, que dilató por todo el continente. Y lo singular de tal creación es que, con las largas proyecciones de los grandes conquistadores al través de montañas y mares remotos; con la solidez, la complicación y el ímpetu de los ejércitos invasores, interviniendo en ella la estrategia y la táctica, la fortaleza y la prudencia de los más famosos generales, fue la obra de un general concreto y limitado más práctico que teórico, más metódico que inspirado, mas previsor que audaz, que todo lo baso en el calculo y nada fió a la fortuna y que suplió con la observación y la paciencia las dotes del gran capitán y del gran organizador, inventando una máquina adecuada para ejecutar campañas, en que el teatro de guerra era el más vasto continente del orbe, y cada etapa, una cordillera, un mar, una nueva nación.
          El origen del ejército de los Andes data de 1814. San Martín, penetrado de que los Andes y el Pacífico era el camino militar de la revolución, aceptó el gobierno de Cuyo con el objeto declarado de formar ahí una fuerte división, a fin de atravesar la cordillera y auxiliar a la insurrección chilena. Vencida esta, solicitó del gobierno recursos para organizar un cuerpo de tropas, sobre la base de los Auxiliares de Chile mandados por Las Heras, que con la denominación de batallón núm. 11 constituyeron el núcleo del futuro ejército. Elevado este cuerpo a regimiento, empezó a formarse el segundo batallón de San Juan. Seguióse a esto el envío de dos compañías del núm. 8 de Buenos Aires, con cuatro cañones de batalla, mandados por el mayor don Pedro Regalado de la Plaza, oficial práctico con el arma y con notables cualidades de organizador. Tal era al finalizar el año 1814 el embrión del famoso ejército de los Andes que debía dar la independencia a la mitad de la América del Sud.
          En 1815 solicitó San Martin la concentración en Mendoza de su regimiento de granaderos, y le fueron enviados a la ordenes de su coronel Matías Zapiola, el 1º y el 2º escuadrón que habían hecho la campaña de la Banda Oriental, con armamento y vestuario para cuatrocientos hombres. Justamente con este esfuerzo le fueron remitidos cuatro cañones de campaña, 300 fusiles y cantidad de municiones, vestuarios, equipos y pertrechos de guerra, que condujeron gratuitamente los carreros cuyanos que traficaban con el mercado de Buenos Aires, cuyo espíritu patriótico que supo despertar San Martín promoviendo entre ellos una suscrición de transportes1. En torno de este núcleo de soldados y cosas, organizó las milicias de infantería y caballería de la provincia, así para atender a los defensa de ella cuanto para levantar el padrón de los hombres de armas, llevar y remontar con sus consriptos los cuerpos de línea. En seguida dispuso por un bando, que los habitantes que no se presentaren voluntariamente a servir mientras los españoles ocupasen a Chile, serian sorteados desde la edad de 16 a 50 años, lo que proporcionó un contingente de 400 hombres, suministrando San Luis sus bizarros jinetes y Mendoza y San Juan sus robustos infantes y artilleros2. Puso además en práctica el sistema de levas contra lo vagos, en o que fue eficazmente ayudado por la Rosa y Dupuy. Por estos medios, al terminar el año de 1815, el ejército de Cuyo contaba con cerca de seis mil hombres de las tres armas, entre veteranos y milicianos, medianamente armados, con la dotación de diecisiete piezas de artillería3, animados de su excelente espíritu cívico y guerrero. Sin que los sospechase todavía nadie, San Martín era el primer potenciado de las Provincias Unidas, que tenía su provincia y su ejército en un puño y era dueño de sus voluntades.
 
  1. Los troperos le dirigieron una representación en los términos siguientes: «Señor gobernador intendente. - Los abajo suscriptos, teniendo noticias que en la capital de Buenos Aires hay varios efectos y artículos destinados para el auxilio de la guarnición de esta plaza; y advirtiendo además la urgencia que hay en su transporte, no menos que la escasez de los fondos púbicos para costearlo, hemos acordado prevenir a V.S. por esta representación, que nos obligamos desde esta fecha a emplear gustosos el buque de nuestras carretas para el indicado objeto. - Mendoza, 12 de junio de 1815. - Yo el abajo firmado me ofrezco a traer de la capital Buenos Aires el buque de esta carreta con los artículos arriba expresados: José Obredo. Por buque de media carreta: José Norberto Guevara. Por una carreta: Ventura Videla. por una carreta: Toribio Barrionuevo. Por una carreta: Bernardino Morales. Por do carretas: Ignacio Antonio Ferramola. Por una carreta: Juan Francisco Delgado. Por cinco carretas: Santiago José Puebla. Por una carreta: Sebastián Baldan. Por cuatro carretas, sin embargo de no tener sino cinco: Juan Serrano. Por dos carretas: Manuel Peralta» En el núm. 20 de la «Gaceta de Buenos Aires» de 1815 se publicó una lista de los troperos. La representación original existe en el Arch. Gral S. M.» 
  2. Bando de San Martín de 14 de agosto modificado de acuerdo con el Cabildo de Mendoza en 13 de septiembre de 1815 , el cual ofreció un contingente de 200 hombres en vez del sorteo, habiéndose presentado 160 voluntarios. Ofi. de San Martín de 21 de agosto y 13 de septiembre de 1815. Doc del Arch. Gral., leg. «Guerra: 1815». M. SS.  
  

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