Cap. 2.6

Este no es un retrato real sino una
recreación de cómo se habría visto
San Martín con su uniforme del Reg. Murcia
          A la edad de ocho años, después de una corta permanencia en una escuela de primeras letras de Buenos Aires, pasó San Martín a España en compañía de sus padres, ingresando poco después como alumno en el Seminario de Nobles de Madrid.  Este colegio, como su nombre lo indica, era una institución esencialmente aristocrática. Tenía por objeto declarado «la educación de la nobleza del Reyno», no siendo en realidad sino un liceo privilegiado a imitación de los de Luis XIV, que su nieto Felipe V importó a España en 1727, y cuyas constituciones fueron reformadas por Carlos III en 1799. Según su plan de estudios, se enseñaba en él: la lengua francesa, latina y castellana, el baile (para lo cual había por excepción dos profesores en honor de Luis XIV), el violín y el piano-forte, el dibujo natural, la poética y la retórica, la esgrima, la equitación, algo de historia natural  y geográfica, nociones de física experimental y matemáticas puras, teniendo adscripta una clase de primeras letras, hallándose casi siempre vacantes las asignaturas de filosofía moral y metafísica, que por adorno tal vez figuraban en el programa1. Como se ve, en el Seminario se enseñaban habilidades solamente y algunas tinturas de ciencia. No fue ciertamente en esta escuela donde se formó San Martín, en la que por otra parte sólo permaneció dos años adquiriendo únicamente en ella algunos rudimentos de matemáticas y principios de dibujo2.
          No había cumplido aún los doce años de edad (julio de 1789), cuando colgando de su hombro los cordones de cadete del regimiento «Murcia», dio comienzo a su verdadera educación, y desde ese día se bastó a sí mismo. El uniforme del «Murcia» era celeste y blanco, y el joven aspirante vistió con él los colores que treinta años después debía pasear en triunfo por la mitad de un continente3.
          Su primera campaña fue África,  recibió el bautismo del fuego y de la sangre combatiendo contra los moros  lado de los descendientes del Cid y de Pelayo. Primero estuvo en Melilla, y posteriormente pasó con su batallón a reforzar la guarnición de Orán en 1791*. Allí, en medio de un terremoto que destruyó la ciudad aquel año, sufrió por el espacio de treinta y tres días el fuego del enemigo, el hambre y el insomnio, manteniéndose «la plaza hasta hallarse convertida en un montón de ruinas»4. Mandaba la artillería española en esta ocasión un joven teniente que se llamaba Luis Daoiz, cuya gloriosa muerte debía más adelante vincularse a los destinos de San Martín5. En la misma clase pasó al ejército de Aragón en 1793**, y en seguida al de Rosellón, que bajo las órdenes del general Ricardos combatía gloriosamente contra la República Francesa en su propio territorio. Era Ricardos el más táctico y el más inspirado de los generales españoles de aquella época, y el que con más heroicidad sostuvo por algún tiempo el honor de las armas españolas contra los más hábiles y valerosos generales franceses. En esta escuela aprendió el joven cadete muchas de las lecciones que debía poner en práctica después.
          Ricardos, tomando la iniciativa de la campaña cuando su patria estaba amenazada por la invasión, atravesó los Pirineos orientales, donde el arte ayudado por la naturaleza presentaba mayores obstáculos, y penetró en el Rosellón cuando menos esperaba era allí, venciendo en las batallas de Masdeu y Truilles por movimientos atrevidos y bien combinados, que traen a la memoria algunas de las hazañas posteriores de su discípulo, el cual más feliz que su maestro debía llevarlas a buen termino. No obstante estas primeras ventajas, Ricardos tuvo que replegarse muy luego al campo atrincherado de Boulou sobre la linea del Tech al pie de los Pirineos orientales, abandonando la linea del Tet que sólo llegó a amenazar. En esta ocasión desplegó nuevamente las dotes de un buen general, así en la resistencia como en la retirada que se siguió más tarde. Estrechado por el espacio de veinte días en su nueva posición, rechazó triunfante tres ataques generales que le trajo el ejército enemigo, y once combates parciales a que lo provocó el célebre general Dagobert. En la mayor parte de esos combates se halló y distinguió San Martín, especialmente en la defensa de «Torre Baterra», de «Creu del Ferro», ataque a las alturas de «San Marsal», y baterías de «Villalonga» (octubre de 1793), así como en la salida a la «Hermita de San Lluc» y acometida al reducto artillado de los franceses en «Banyuls del Mar» (noviembre de 1793), siendo ascendido por su comportación en estas acciones a la clase de subteniente6.  El general español reaccionando, tomó de nuevo a ofensiva, y en diciembre del mismo año se apoderó del castillo de «San Telmo», de «Port Vendres» y «Collioure», batiendo una división del enemigo, -al que arrojó de otro lado del Tet, llegando hasta las puertas de Perpiñán,- jornadas en que se halló presente San Martin7.
          Muerto el general Ricardos mientras concertaba en la corte nuevos planes, forzada por Dugommier  la línea del Tech, y abandonando el campo de Boulou en medio de una derrota, las conquista de los españoles sobre el golfo de Lyón quedaron comprometidas y entregadas a los esfuerzos de sus guarniciones. El «Murcia», que formaba parte de ellas, rechazó en Port-Vendres dos ataques sucesivos que le trajo el enemigo el 16 y 17 de mayo, concurriendo a una vigorosa salida que le hizo para proteger el castillo de San Telmo, llave de la posición; la guarnición se replegó obre el Collioure el 25 de mayo, para ponerse en comunicación con la escuadra de Gravina que debía protegerla, la que no pudo acudir a tiempo. Abandonada por el ejército y por la escuadra, la guarnición de Collioure tuvo al fin que capitular después de tres días de resistencia, obteniendo los honores de la guerra con la condición de retirarse por tierra a España y no tomar las armas durante la guerra8. San Martín estuvo presente a todas estas funciones de guerra, y fue ascendido a teniente 2º en medio de los combates.
          Fue entonces, cuando vencida la España y aterrorizada la casa reinante de los Borbones, pensó seriamente en trasladar su trono a las colonias americanas, como lo efectuó más tarde Portugal. Si este  plan se hubiese realizado, la revolución Sud-Americana se hubiera retardado quizás, y la historia contaría un héroe menos, que átomo perdido a la sazón en medio de aquellos grandes acontecimientos que agitaban a la Europa entera, observaba, estudiaba y aprendía en la escuela de amigos y enemigos, preparándose para redimir aquellas lejanas comarcas esclavizadas, hacia las cuales los soberanos absolutos volvían sus ojos atribulados en los días de conflictos.



  
  1. Se ha creído por casi todos los biógrafos de San Martín que el Seminario de Nobles de Madrid tenía por objeto preparar a sus alumnos para la carrera de armas, por el estudio especial de las ciencias exactas, lo que, como se ve, no tiene fundamento. - Véase «Constituciones del Real Seminario de Nobles de Madrid», (ed. de 1799), y «Guía de Forasteros de Madrid, de 1800», p. 112. - Véase, además, por vía de ilustración lo que sobre el estudio de las ciencias exactas en esta época dice Ferrer del Río en su «Historia del Reynado de Carlos III» lib. VII, cap. V.
  2. Todos sus biógrafos (excepto Vicuña Mackenna) lo hacen permanecer en el Seminario de Nobles hasta la edad de 21 años, lo que es contrario a la verdad cronológica y esta desmentido por documentos fehacientes, según se verá después.
  3. Cloart: «Historia orgánica de las armas españolas», t. X, p. 406. La casa era blanca y la divisa celeste.
  4. Foja de servicios de San Martín, M. S. - Clodart: «Historia orgánica de las armas, etc.», t. X, p. 410.
  5. Chao. «Hist. Gral. de España», cap. X, p. 71, ed. de Roig. -  «Dicc. Univ.» de Mellado, verba Daoiz. 
  6. Foja de  servicios de San Martín en 1808, M. S. - Clodart, «Historia orgánica, etc.», t. V, Cap. 7º y t. X, p. 419. - Chao, «Historia general de España», t. III, p. 10. - Thiers, «Révolution française», lib. XIX. - Michaud, «Biographie Universelle», vol. XXXVII, p. 519.
  7. Foja de servicios de San Martín, 1808. Para utilizar este precioso documento, -que Vicuña Mackenna publicó por la primera vez,- hemos tenido que hacer un estudio detenido de los historiadores franceses y españoles que han ocupado la guerra del Rosellón***, así como de la geografía del teatro de las operaciones. El resultado ha sido darnos cuenta de sus errores históricos y de sus adulteraciones de nombres, que la mayor parte de sus biógrafos de San Martín han seguido literalmente si someterlas a la comprobación de la critica. Así, la foja de servicios llama toma de la «Torre Batera» y «Cruz del Yerro» a lo que fue la defensa de esas posiciones hecha por el «Murcia» en el campo atrincherado de Boulou, como puede verse en las diversas obras citadas en la nota anterior. Así también llama «San Murale» a «San Marsal» -que Vicuña Mackenna llama «Mauboles» y Guetiérrez «Margal»- «Bañules» a «Banyuls del Mar», y acaba por llamar «Colimbre» a «Collioure» mencionando que San Martín asistió a su defensa, sin hablar nada del ataque, donde sin embargo consta estuvo presente el «Murcia» según Clodart. Todo esto prueba que las notas de la foja de servicios, siendo exactas en su fondo, fueron confusamente redactadas por algún ayudante del regimiento, poco entendido en historia y geografía, y que no deben tomarse al pie de la letra. - Posteriormente hemos completado ese documento en las fojas suplementarias de servicios de San Martín en España hasta 1811, que no han sido conocidas por historiadores. 
  8. Foja de servicios - «Historia orgánica, etc.», cit., t. X, p. 420. - «Memorias del Príncipe de la Paz», t. I, p. 251.


Notas webmaster:
* 1791, a la edad de 13 años
** 1793, a la edad de 15 años
*** De 1793 a 1795, entre los 15 y 17 años

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